RSS

domingo, 26 de septiembre de 2010

Reconociendo el problema

Sí, estuve desaparecida. A veces el alma pierde la energía mínima que se requiere para mofarse de una misma, y los ánimos de escribir sobre una adicción tan difícil de llevar adelante... simplemente no aparecen. Si bien los 12 pasos de A.A (Alcohólicos Anónimos) son usualmente adoptados y/o adaptados para tratar otra variedad de adicciones... con la obesidad no tan fácil. El cocainómano deja de consumir, el alcohólico deja de beber, pero el obeso... no puede dejar de comer, porque la comida es la base de su vida. Necesita comer para vivir. ¿Cómo se mide? 


Claro que hay clínicas de internación. Pero... hay mucha gente obesa que no tiene los recursos económicos como para encarar el problema de lleno. Los productos bajos en calorías son más caros que los rebosantes de grasas trans. Los gimnasios no bajan de $100 al mes. Los nutricionistas de las obras sociales solo te preguntan cuánto querés bajar y te dan una dieta de "1000 a 1200 kcal. por día" ¡¿Y?! ¡¿Qué pasa si estoy en la facultad cursando una materia de 17 a 21hs y no puede tomarme un batido de durazno con agua y 1 manzana a las 6 de la tarde?! ¡¿Qué pasa si realmente no tengo acceso a una heladera con yogurt o fruta fresca y mi última comida fue a las 12hs y la próxima a las 00hs?! ¡¿Qué pasa si a la vuelta de la facultad tengo una casa de empanadas, un Havanna, un Mc Donalds, un Burger King, 3 pancherías y en la puerta... Pablo, el señor de los panes rellenos a $5?! 

Yo solía salir, solía divertirme, solía ir a comprarme ropa una vez por mes, solía ir a la peluquería, solía hacerme las manos, solía comprarme zapatos, carteras, solía juntarme con mis amigas y disfrutar del cortejo masculino los viernes y sábados a la noche. Solía gustarles. Solía gustarME. 

No me queda ropa ni para ir a trabajar. Mi antigua ropa ya no me queda, y como buena gorda, los pantalones de jean que quise forzar cedieron todos en el entrepierna abriéndose justo en esa costura que no se banca mis  jamones. Así que fui con mi plástico VISA, y me compré un traje y una pollera para ir a trabajar. TALLE 50. (Yo solía ser hace menos de un año talle 42/44) Solo invertí en lo único que no puedo dejar de hacer: Ir al Estudio. Y el resto del día. Solo me dedicaré a estudiar... y soñar que nunca me enfermé.

¡¡¡NO!!! No sé cómo voy a sacar las fuerzas pero lo tengo que conseguir. Al gimnasio no estoy yendo, pero lo pagué. El locker Nº10 tiene mi apellido, un par de zapatillas, medias, una calza y una musculosa. Dejé de tomar las malditas hormonas anticonceptivas y me puse un DIU. Y ahora... solo estoy buscando un BUEN NUTRICIONISTA. Que se dedique a mí no como otra mina que quiere adelgazar, sino como una paciente que está enferma y se quiere curar.  




sábado, 21 de agosto de 2010

Empezando el gimnasio

Y sí, cobré y me pagué pase libre, locker y la mar en coche... ¿hace cuánto? Dos semanas. ¿Cuántas veces fui? Cuatro. ¿Por qué? Porque siempre hay algo mejor que hacer que ir al gimnasio.

Igual me conozco, mucho. Sé que no voy a correr en la cinta, ni voy a quemar calorías en la bicicleta. También sé que no voy a esforzarme en los aparatos, ni pilates y mucho menos clases de gimnasia localizada. Lo que sí sé es que AMO bailar. Entonces... voy a las clases de reggaeton, dos veces por semana. 
¿No es una pena pagar un abono libre por dos veces por semana? Sí, podría ir a la clase anterior de Fight Do y descargar tensión... pero... hay algo que es aún una pena mayor:


PAGAR UN GIMNASIO, IR, Y LUEGO COMERTE UN PECHUGA CRISPY EN MC DONALDS.


jueves, 5 de agosto de 2010

La panza asoma sobre el cinturón

¿Cuando me di cuenta que estaba obesa? Cuando ya no pude usar pantalones tiro alto.

Cómo me gustaba la figura esbelta que los pantalones tiro alto y una remera larga te devuelven en el espejo. Primero vas dejando los pantalones de jean, prefiriendo las calzas... luego... cuando alguna situación nos obliga a intentar meternos en ese bendito y mentirosamente elastizado jean... la panza queda afuera. ¿Y si te tirás sobre la cama, aguantás la respiración y con ayuda ajena lográs subir la cremallera? Rollos. Redondos y grandes, asomando por arriba del pantalón. Los benditos flotadores. Y sos un matambre. 

Supongamos  que aceptás tus medidas y te comprás un pantalón acorde. Llega un punto en esta enfermedad, en que el pupo siempre balconea, como si exigiera liberación. Todo queda por debajo de la panza, ropa interior, polleras, calzas, medias de nylon. Y ese es punto de inflexión en cualquier autoestima, te hacés cargo del problema o te terminás de hundir. 

Supongo que, indistintamente del género, cualquier persona con amor propio se deprimiría en dichas circunstancias... pero será porque soy mujer que me duele esto con mayor intensidad. La mujer es históricamente coqueta, algunas -como yo- solíamos seducir por naturaleza y es inevitable terminar preguntándose ¿cuando dejé de ser quién soy? Porque yo solía ser muy codiciada, modestia aparte, ¿cuando pasó? ¿cuando me puse de novia? ¿el amor engorda... o somos nosotros que desviamos la atención sobre nosotros en otra persona? ¿enamorarse implica una reorganización de prioridades... o en el inconsciente siempre es más cómodo encargarse de otro que de uno mismo?

Echarle la culpa al otro, es siempre más fácil, pero el 80% de las veces no es cierto... ($1200.- de terapia al año para descubrirlo). Cuesta mucho hacerse cargo. Cuesta -en una mujer- ir a comprarse ropa (pero eso lo dejo para otro post), cuesta encontrar la ropa adecuada para ir a trabajar sin aparentar 10 años más. Cuesta almorzar fuera de casa. Cuesta sentarse en el box de la oficina y ver como tu panza (que solía tener un peircing muy bonito en el ombligo) ahora se acomoda en varios pliegues, y empieza a marcarse dolorosamente sobre la piel esa marca colorada de la costura del jean y el redondel del botón. La Sra. Barriga exige liberación, se queda con pinchazos y ardores presionando ese botón, lo empuja, no lo quiere, no lo tolera, siente que la detiene... y no se quiere detener. Terminás desabrochándolo, con una angustia enmudecida en la garganta y esa sensación en el pecho... de condena irremediable. Estás desahuciado... y solo, porque es tu problema... y por más gente que quiera ayudar... como en cualquier adicción... para curarse es condición indispensable la voluntad del afectado.

martes, 3 de agosto de 2010

Transporte público

Si entre mi desayuno y mi almuerzo pasan exactamente 10 horas... ¿qué fuerza de voluntad puede pasar abstemia ante el chipá y los chorizos cocinándose al mediodía en el andén de la Estación de Once? Y si se logra, ¿cómo se supone que rechaces el pancho completo por $3,50 que pasa anunciando el vendedor ambulante cuando ya estás sentado esperando que arranque el tren para no pensar más? Y ponele que no te gusta la comida chatarra que preparan en el andén... ¿cómo resistirse al chocolate grande (y envasado) con su fecha de vencimiento que solo vale $2 pesitos?

A veces simplemente no se puede. Y terminás comiéndote el panchito bajo la excusa "bueno, lo tomo como almuerzo" pero no. Después llegás a donde ibas a comer, y almorzás. No sirve mentirle a tu gente, pero mucho menos sirve mentirte a vos mismo.

lunes, 2 de agosto de 2010

Menú semanal

Esta semana fue la que peor me alimenté. 

El jueves me pasó a buscar mi novio por mi trabajo y fuimos a pasear por Florida. Me compró un sobrero en la calle, jugamos, reímos, nos sorprendió la lluvia y nos refugiamos en un Mc Donald's.
El viernes salí de trabajar y me fui a casa, dormí siesta y me vino a despertar mi amor con unos ricos mates de edulcorante... pero horas más tarde mi papá pasa por la pizzería y trae una grande de muzzarella y otra de jamón y morrones. No salimos. 
El sábado, como es costumbre almorcé de Mc Donald's a las 15hs, y cuando estaba yendo a mi programa de radio pasé por una panadería porque me enamoré de un lemon pie alto y esponjoso. Lo compré. Gasté mis últimos $40 en ese lemon pie y lo llevé a la radio, lo devoramos en 10 minutos, comí solo una porción. Salgo del programa y mi novio me invita a su casa, pues mi suegro tenía gente a comer e iba a preparar un asado. Picada, vacío y achuras.
El domingo mis padres tenían que ir al supermercado, pero se levantaron tarde y siendo ya casi las 12 del mediodía, yo ya tenía hambre. Propongo ir a comprar pastas, y mi papá se suma llevándome al líder de pastas en Haedo. Almorzamos ravioles. Mi novio y yo fuimos a pasear haciendo turismo interno. Queríamos conocer Café Tortoni, y terminamos merendando un chocolate caliente con 3 churros cada uno. No estaban rellenos. Luego seguimos caminando, conociendo, sacando fotos, y cuando nos dio hambre... pegamos la vuelta. Al llegar a nuestra querida localidad mi papá me llama por teléfono y me pregunta donde estoy. Nos recoje y vamos a visitar a mis abuelos. Nos ofrecen comida, desistimos. Se hace la hora de la cena. Rotisería: matambre a la pizza y tortilla a la española.

HOY LUNES:

Me levanté 6:00am e irónicamente tomé mi desayuno de dieta: 2 tostadas de pan integral pintadas con Casancrem light y media cucharadita de dulce zarzamora en cada una. Café con leche descremada endulzado con edulcorante. Cerca de las 9am me tomé un capuccino de la máquina de la oficina, con azúcar, chiquitito ¿a quién le jode? Y a las 12am en mi break, aún con intenciones de mesura, me compro una barrita de cereal y un pequeño desliz decide acompañarla con un cabsha. Es un bocadito ¿a quién le jode?. 
Salgo 14hs y mi novio me había ido a buscar. Vamos a encontrarnos con su mejor amigo, quien viaja mañana enviado por su empresa, a Brasil por tres meses. Solo tenemos media hora para comer antes de que su amigo entre a trabajar... ¿Mc Donald's? No. Burger King. Y mientras ellos se pedían 2 big king stacker CUÁDRUPLE... yo no me quería sentir obesa, y me terminé pidiendo una TRIPLE ¿la diferencia? Ninguna. Es una hamburguesa ¿a quién le jode? A mi arterias que se están tapando, a mi corazón que tiene que hacer el doble de esfuerzo, a mis piernas que están todas poceadas, y mi autoestima... cuya imagen de quién solía ser... ya no está. 

Mi novio, su amigo y yo: somos obesos. Nos duele. Perdón amor si me leés algún día pero es cierto. Somos obesos, no podemos parar. Somos adictos, no tenemos voluntad. Nos desesperamos, somos felices los 10 minutos que devoramos y luego... el vacío en el pecho y la grasa en el corazón.


PD: Acabo de cenar fideos, con 1 hamburguesa al plato... y recién termino de pelearme con mi mamá porque  se estaba comiendo mi alfajor ser, siendo que ella tiene su tofi.

Mi infancia como obesa

La mayor parte de mi vida tuve sobrepeso. Solo a los 3 años de edad, luego de que un día de campo en la estancia de mi tio político, ingerí grandes cantidades de excremento de oveja pensando que eran bombones de chocolate y contraje la lombriz solitaria. Entonces sí, ahí era muy muy flaquita, hasta que mis viejos se avivaron que algo me pasaba y me llevaron de urgencia a la guardia más cercana. Solo durante la recuperación estuve delgada.

Los recuerdos más felices de mi infancia están relacionados con la comida. Ahora a la distancia me río irónicamente de los paradójicos intentos de mi madre para que haga deporte ¿con qué sentido? si el premio por el ejercicio terminaba en alguna panzada. Ejemplo: cuando me iba a buscar a natación, me compraba en el kioskito del club una Cepita de naranja y un paquete de Pepitos que no me duraba ni el trayecto hacia la parada del bondi. Cuando me iba a buscar a danza corría las cuatro cuadras del gimnasio a casa, sabiendo que al llegar me esperaban 250cc de leche tibia con 10 cucharadas de Nesquik (y otro paquete de Pepitos).
Desde que tenía esa edad y en pleno menemismo, en mi casa se implantó una nueva costumbre que se mantiene al día de hoy: Sábados de Mc Donalds, en los cuales mi viejo al salir de trabajar pasaba por el Automac y me traía la Cajita Feliz, con la cual me conformé por pocos años, hasta que la hamburguesa con queso empezó a dejar de saciarme. 
Mi padre, quién por su genética fue flaco toda la vida, es tan goloso goloso como yo, y su demostración de cariño pasaba por traerme todas las noches cuando volvía de trabajar: un chocolate Jack. De vez en cuando traía Jack + Ferrero Roche. Y en verano no ha faltado fin de semana sin helado.

Al empezar la primaria, no recuerdo bien porqué, pero mi mamá se había cansado un tanto de la cocina, y el número del delivery empezó a ser el más llamado desde mi teléfono. Recuerdo mi boca hacíendose agua cuando papá iba a buscarme al colegio y yo iba contenta a casa porque sabía que me esperaba media docena de empanadas de carnes y el programa de Repetto que cantaba "decime cual cual cual es tu nombre". Para colmo el uniforme del colegio consistía en una pollera gris tubo y una chomba celeste: mi mamá me dejaba la pollera hasta las pantorrillas y me ponía la chomba adentro de la misma, haciendo que se marque más mi redonda panza (creo que sin intención).

A mis ocho años nació mi hermana, quien hoy se encuentra en plena adolescencia con un cuerpo escultural y la voracidad de un rugbier. No es envidia, nunca le desearía a nadie mi metabolismo.

El colegio fue traumático, aún no entiendo cómo niños tan chiquitos que se suponen rebalsan pureza, pueden alojar tanta crueldad en su interior. Los varones, claramente, fueron los más hirientes, pero las nenas no se quedaban atrás. Para colmo, tenía muy buenas notas, producto de la autoexigencia que me ponía en lo único que podía controlar: mis estudios. Desarrollé una personalidad competitiva y agresiva, siempre a la defensiva y muy resentida. No puedo decir que no tuve una infancia feliz, pero sí que fue muy difícil por culpa del sobrepeso. Recuerdo aquellas esporádicas tomas de conciencia de mi mamá que dejó de darme plata para el recreo y me mandaba yogurt con gelatina, y yo me escondía en un rincón al fondo del salón para comerla, porque cada vez que mis compañeros me veían ingerir cualquier tipo de alimento les brotaban los insultos. Como si las agresiones verbales estuvieran a flor de piel y latiéndoles en la boca, esperando el momento de verme para poder explotar.

Afortunadamente, varias cosas se revirtieron cuando las hormonas se desarrollaron y algunas partes de mi cuerpo lo hicieron con ellas...