martes, 3 de agosto de 2010

Transporte público

Si entre mi desayuno y mi almuerzo pasan exactamente 10 horas... ¿qué fuerza de voluntad puede pasar abstemia ante el chipá y los chorizos cocinándose al mediodía en el andén de la Estación de Once? Y si se logra, ¿cómo se supone que rechaces el pancho completo por $3,50 que pasa anunciando el vendedor ambulante cuando ya estás sentado esperando que arranque el tren para no pensar más? Y ponele que no te gusta la comida chatarra que preparan en el andén... ¿cómo resistirse al chocolate grande (y envasado) con su fecha de vencimiento que solo vale $2 pesitos?

A veces simplemente no se puede. Y terminás comiéndote el panchito bajo la excusa "bueno, lo tomo como almuerzo" pero no. Después llegás a donde ibas a comer, y almorzás. No sirve mentirle a tu gente, pero mucho menos sirve mentirte a vos mismo.

2 comentarios:

Alejandro Posse dijo...

Pochita Pochita, realmente sos única (tu famoso y mitico 2%).

Como siempre te digo, aun cuando parece que mis comentarios llegan a ojos ciegos , esta bien que hagas dieta y te cuides, pero no lleves todo al extremo, no es todo blanco o negro.

Y yo con estas palabras me recibo de hipócrita señoras y señores, quiero mi titulo. YA!, soy el más binario de todos, todo o nada, amor u odio, tranquilidad o exaltación. Pero ese es otro de mis demonios, como la comida también lo es.


Pero no es así, no lo hagas una lucha, una pelea.

Yo entiendo lo difícil que es el tema de la comida y vivi ( y vivo) un montón de historias parecidas.

Yo también tengo sobrepeso, no tanto, pero tengo y la cuestión es más difícil que ponernos a dieta o humillarnos.



Me gustaría compartir un montón de historias y anécdotas interesantes, me gusta mucho tu blog.

La Fox dijo...

Vamos Pochita, yo te tengo fe!!!

En mi otro blog, http://elrockdemivida-lafox.blogspot.com yo tambien cuento mi experiencia de gorda, cuando era "la gordita del curso"...

Publicar un comentario